El insomnio, un trastorno que afecta la calidad y cantidad del sueño, puede trastornar la vida de una persona, haciéndole imposible funcionar durante el día.
Se estima que el 40% de la población mundial no duerme bien. En Honduras, más del 25% de pacientes en atención primaria, el 70% de los geriátricos y el 90% en consultas psiquiátricas lo padecen.
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De cada 10 personas, cuatro sufren alteraciones del sueño, lo cual puede indicar trastornos del estado de ánimo y depresión.
Un adulto necesita unas 8 horas de sueño divididas en cinco ciclos. Si tres veces por semana durante tres meses hay afectación en el estado de ánimo o funcionalidad, se considera insomnio.
El sueño es crucial para consolidar la memoria y tener un buen rendimiento. La falta de este genera fatiga, debilidad, irritabilidad y dificultad para manejar el estrés.
El insomnio puede ser síntoma o enfermedad, relacionado a factores genéticos, neurológicos o emocionales. Problemas económicos, el acceso limitado a la salud, la ansiedad y la depresión agravan la situación.
Dormir poco aumenta el riesgo de enfermedades como demencia, Alzheimer, infarto cerebral o del corazón, y derrames.
La apnea del sueño, poco detectada, también es peligrosa. Dormir no es un lujo, sino una función vital.
¿Cómo prevenir el insomnio?
Durante el sueño se regula la temperatura, memoria, secreción hormonal, atención y concentración y la mejor herramienta es la prevención:
Mantener una rutina de sueño, evitar pantallas, cafeína y alcohol antes de dormir, realizar técnicas de respiración o relajación, exponerse al sol durante el día y dormir en un ambiente adecuado.
Aunque alguien ronque o duerma con los ojos cerrados, si no alcanza un sueño profundo, no descansa.
Dormir mal puede ser más riesgoso que estar ebrio. Si las noches se sienten eternas y sin sentido, es vital consultar a un especialista para recibir el tratamiento adecuado.