Stephanie Cam, la representante de Honduras en Miss Universo, no solo lleva consigo la belleza y elegancia propias de una reina, sino una historia de esfuerzo, resiliencia y pasión que la hace verdaderamente especial.

Stephanie tiene una conexión única con sus raíces familiares. Su media hermana, Irene, de ascendencia hondureña y griega, no es solo una figura fraternal, sino su mejor amiga y la madrina de su hija.

Desde muy pequeña, su vida ha estado marcada por la danza. A los 7 años, su madre la inscribió en clases de ballet, tap y movimiento urbano, disciplinas que Stephanie abrazó con dedicación y pasión durante toda su adolescencia.

Esta vocación no sólo definió sus años formativos, sino que también la llevó a buscar la manera de financiar sus sueños. A los 14 años, combinaba dos trabajos con sus estudios escolares y de baile, demostrando su incansable determinación.

El modelaje llegó de forma inesperada cuando tenía apenas 12 años, pero no fue hasta mucho después que se consolidó en este ámbito.

Su verdadero sueño, sin embargo, era ser pediatra, un objetivo que quedó en pausa tras un accidente a los 19 años, que le impidió seguir realizando actividades físicas.

Stephanie Cam no solo representa a Honduras en un certamen de belleza; sino que lleva consigo una historia de sacrificios, superación y amor por su cultura