Pese a que la mayoría de países de todos los continentes decidió mantener en confinamiento a su población, el daño a la naturaleza, de la mano del hombre, parece no haberse tomado un respiro, al contrario, cada vez preocupa más, afirman expertos.
Este es el caso de Kalamata, una ciudad costera de Grecia, donde sus habitantes solo pueden salir en circunstancias estrictas, como hacer alguna actividad física durante un tiempo breve y comprar comestibles, pero que sus calles permanecen inundadas de desechos plásticos.
Es así que, los guantes, las mascarillas y los frascos de desinfectante desechados, que utilizan las personas para protegerse y proteger a los demás, aparecen esparcidos en parques, aceras y carreteras, causando una afectación directa al medio ambiente, pese al encierro de la población.
Gary Stokes, miembro del grupo conservacionista OceansAsia, mostró a través de un vídeo que encontró unas 100 mascarillas durante tres visitas realizadas a la playa.
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"Hasta ahora no habíamos encontrado tantas mascarillas en un lugar tan remoto”, cuenta Stokes, quien sospecha que provienen de la cercana China o Hong Kong. "Cuando las encontramos, tan solo habían pasado entre seis y ocho semanas desde que se hubiera extendido su uso”, cuenta.